Muchas personas sienten cierta aprehensión o sensación desagradable ante determinados objetos o situaciones específicas: tormentas, subirse escaleras mecánicas, estar en contacto cucarachas, viajar en avión o sacarse sangre. La mayoría logra controlar sus temores y superar la situación sin que ello interfiera con su vida cotidiana.
Pero hay quienes viven de un modo tan intenso sus reacciones de miedo que realizan grandes esfuerzos para evitar afrontar esas situaciones temidas aun sabiendo que la amenaza que experimentan es injustificada. Estas reacciones pueden aparecer ante la presencia de ciertos objetos o situaciones o con solo pensar y anticiparse a tener esa experiencia.
Tener una o más fobias específicas puede obstaculizar y, en algunas personas, hasta interrumpir la rutina diaria, limitar la eficacia en un área específica de su vida, disminuir la autoestima y/o crear tensión en la relación con otras personas.
Algunas fobias se desarrollan en la infancia y se logran superar sin mediar una intervención directa. Otras se mantienen a lo largo de la vida. Pero también pueden surgir durante la adolescencia y la juventud, aparentemente de forma inesperada se presenta el temor a algo que antes no se tenía.
Son reacciones intensas de ansiedad ante objetos o situaciones particulares. Se caracterizan por el miedo extremo y evaluado como injustificado por quien la padece a algo específico. La experiencia es muy desagradable ya que puede generar niveles de ansiedad muy severos hasta experimentar ataques de pánico. Estas reacciones llevan a que las personas eviten esas situaciones y evitar esas situaciones y no afrontarlas es lo que hace que no logren superarlas.
La mayoría de las personas logran resultados muy éxitos con tratamientos psicológicos. Se considera que la terapia comportamental-cognitiva es la más efectiva para las fobias específicas. Consiste en crear condiciones para que la persona pueda exponerse a la situación temida y aprender una nueva manera de afrontar la situación o el objeto, favoreciendo una respuesta alternativa a la conducta de evitación.
Muchas personas tienen miedo a sacarse sangre, ver heridas o a las inyecciones porque tienen la sensación de que se van a desmayar o de hecho se desmayan. Esta fobia tiene una incidencia marcada y directa en el cuidado de la salud. En estos casos el tratamiento contempla una técnica particular que ayuda a controlar la presión arterial al momento de exponerse a la situación.